jueves, 21 de mayo de 2015

Roma, 17 de marzo...


  Revolver recuerdos. No ha sido tan malo como esperaba. "Nunca vuelvas a un lugar en el que hayas sido feliz", dicen. Quizás por eso no haya sido tan duro; por lo relativo del término, porque aún no he sido capaz de catalogar aquel tiempo. Si, hubo ráfagas, lagunas de felicidad, pero todo envuelto en una nebulosa de melancolía un tanto extraña, como una dimensión espacio-temporal adulterada.

Y ahora de vuelta. De vuelta con una imagen de conjunto más clara, sin planes pero con otro mapa, remendado y ampliado. Sola, pero de otra forma. Con seguridad más fuerte, más grande, más enraizada al núcleo de eso que nos hace sentir seguros y un poco menos desamparados.

Este era un viaje con un solo billete, por cosas del destino y por necesidades del alma: pasear la soledad por otras calles, redescubrirlas y redefinir ciudades y puntos ciegos de una misma, que es a menudo tan opaca en el espejo.

A veces una huida a tiempo en vez de quitarnos el aliento, nos lo devuelve. Supongo que eso es lo que estoy intentando: volver a respirar sin la sensación de que el tiempo y el oxígeno se agotan, de que los puentes se están derrumbando a medida que el amor, el propio y el de los demás, se resquebraja. Y es que hay una cuenta atrás, un número limitado de oportunidades para vencer a nuestros respectivos monstruos. La partida cada vez es más rápida y cada vez menos voces corean nuestros nombres. Es aterrador ver como se va deshilachando la red cuando aún estas en medio del salto. Es aterrador el desamparo. Y la impotencia de no poder frenar el sufrimiento de los que te dan aliento.

Es como si desplazándote en el espacio escaparas del tiempo, te escabulleras por uno de sus huecos y así interrumpieras la cuenta atrás. Es una ilusión maravillosa, aunque solo exista en nuestra mente, aunque al retornar al punto de partida el peso del tiempo recobre toda su fuerza arrollándote de nuevo.


Pero esa huida, esa bocanada de aire en el medio del mar, es lo que te permite resistir la embestida.

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