martes, 16 de diciembre de 2014

Otoño en el mar

Dio con sus huesos
barnizados de sal
en un barco sin bandera
cargado de flores
y sake.

Todo olía
a cerezo
y a tormenta,
todo era
extranjero
sin dejar de ser familiar.

Se preguntaba
cómo distinguiría el otoño en el mar
sin hojas que lo cubriesen todo,
porque allí el azul es todas
y cada una
de las estaciones del año.

El rojo es la vida
desparramándose
sobre la cubierta de un barco.

El mundo es una mentira
muy lejos y muy fuerte,
una burla a la soledad
en la inmensidad líquida.

No hay paraguas,
ni familia ni librerías.

La añoranza flota naufraga,
las mentiras se ahogan,
y las verdades quedan a la deriva,
frente a la costa
sin que nadie les haga mucho caso.

Todo lo que decía
le sonaba a confesión.

Todo lo que escuchaba
a lección de Sócrates o Platón.

Rodeadx de agua
no perdió el gusto por la lluvia
ni el silencio,
aunque algunas noches,
en sus pesadillas
sus manos se hacían tierra,
sus pies acababan siendo barro
y el océano

                                 [un lodazal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario